Pertenece al término municipal de Villanueva de la Jara y era un lugar que tenía ganas de visitar porque según me contaban, el río en esa parte hacía como una especie de playa. Desde luego el sitio no se parece en nada a lo que mi imaginación dibujó en mi cabeza, pero eso es lo bueno de tener la capacidad de imaginar, que luego siempre te sorprendes. Una vez más, huyendo del asfalto y la verdad, esta vez estaba deseándolo. El domingo aprovechamos el día excelente y soleado que amaneció y nos fuimos a comer a la Ribera de San Benito. El lugar de la comida fue en la cruz de la misma ermita, en lo alto de una colina. Pocos restaurantes tienen tanto lujo, no me cabe la menor duda. Y no nos faltó de nada, hasta una buena copa de vino para brindar. Las vistas excelentes, el sol radiante, la compañía inmejorable y el espíritu, el alma, en paz.
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